No deja de llamar la atención la falta de respuesta de
Carmen Aristegui, que sobresale de un grueso sector periodístico por tratar de
conservar la balanza y sutilmente no dejar entrever algún tipo de preferencia
hacia algo o alguien. Sin embargo la nota sobre la polémica del premio FIL
GUADALAJARA a Bryce Echenique fue puntual, así como cada desplegado del grupo
inconforme o boletines de parte de los organizadores. Muchos de sus
radioescuchas en la emisión de noticias MVS, estuvimos a la espera de una
entrevista al escritor para dar su réplica. Nunca llegó. Tengo esta impresión: de
no haberla realizado por solidarizarse con algún conocido o amigo suyo del
grupo inconforme. Si fue así, que bueno,
es parte de un todo imperfecto.
Finalmente la respuesta de Bryce Echenique (y no porque lo
valga o no, sino por la simple razón de defender el derecho de expresión de
todos, que no es cosa menor diría la apreciable Carmen) llegó. Gracias a el diario
El País de España.
Elan Aguilar
El País. Winston Manrique
Sabogal Madrid 6 NOV 2012
“¡Que se jodan!”. Es el único momento en que el imperturbable Alfredo Bryce
Echenique se deja llevar. El mensaje, desde Madrid, es para todos aquellos que
desde hace dos meses le tienen como blanco de sus críticas por la concesión del
premio Feria Internacional de Guadalajara
de Literatura en Lenguas Romances 2012. Aunque el
premio es a su obra literaria, (entre la que se cuentan libros importantes
como Huerto cerrado, Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín
Romaña) escritores e intelectuales mexicanos y latinoamericanos han
expresado su desacuerdo al revivir las acusaciones de plagio contra el
autor peruano por varios artículos periodísticos.
“No he plagiado… Nunca lo he hecho”, asegura el escritor, quien no se muestra
del todo sorprendido ante la reacción que ha suscitado el galardón de la feria
mexicana. “Es un grupo de extrema derecha. Hay gente que quiere todos los
premios para ellos. Son unos frustrados”, según Bryce Echenique (Lima, 1939). E
insiste en que los tribunales no lo han condenado, y, por el contrario, lo han
absuelto en seis o siete casos. “Todo ha sido por la maldad de alguien. Por
envidia”, remacha el novelista, que ayer inauguró la VII Conferencia
Internacional Literatura y Automóvil, organizada por la Fundación Eduardo
Barreiros, en colaboración con la Fundación MAPFRE. Cinco días en los que
estarán Cees Nooteboom, James Ellroy, Eduardo Mendoza, Enrique Vila-Matas y
Paul Theroux.
Con un panorama dividido entre la indiscutible calidad de la obra de ficción
de Bryce Echenique y su obra periodística en entredicho, la FIL decidió, en un
hecho inédito, entregarle el premio la semana pasada en su casa de Lima, y no
durante la celebración de la feria, del 24 de noviembre al 2 de diciembre. El
escritor se muestra un poco triste y al tiempo comprensivo ante esta medida de
precaución: “Allá me querían linchar”.
Ante las reflexiones de escritores como Juan Villoro que argumentan que “la
ética de un autor no puede estar al margen de su escritura”, Bryce Echenique
insiste en que no ha plagiado, y acto seguido pregunta: “¿Cuántos poetas han
estado fuera de la ética?”. Lo dice en su habitual tono tranquilo, pausado y
sin inmutarse.
La misma actitud con la que, minutos antes, ha dado los brochazos clave de
su vida de escritor. Una actividad que nació de forma solitaria y en contra de
su familia. Eso lo empujó a escaparse en 1964, con 25 años, de Lima en un barco
de carga hasta terminar en París donde emprendería el camino que lo ha traído
hasta aquí y que él resume a través de siete libros:
Huerto cerrado (1968). “Son cuentos y es mi primer libro. Significó
muchísimo porque era el resultado de mis primeros escritos. Mi familia me
habría matado para que no escribiera, así que cuando empecé a hacerlo, lloré”.
Un mundo para Julius (1970). Surge tras la lectura de Cortázar con
el cual descubrí mi estilo, la oralidad, la ironía, los diferentes tipos de
humor”.
Tantas veces Pedro (1977). “Es mi libro favorito, al que más quiero
y el que menos éxito ha tenido, menos en Japón donde lleva no sé cuantas
ediciones. Lo escribí en un momento feliz de mi vida, cuando vivía en Menorca”.
La vida exagerada de Martín Romaña (1981). “El primer libro en que
un latinoamericano critica al boom porque el autor no se ocupa de su
país si no que habla de otro. Es mi novela parisina”.
Dos señoras conversan (1990). “Mi homenaje personal a Henry James
creador de ese maldito género que es la nouvelle”.
La amigdalitis de Tarzán (1999). “Una linda historia de amor”.
Dándole pena a la tristeza (Anagrama, 2012). “Es mi última novela,
la novela de mi vida. He esperado muchos años para escribirla, tanto que el
título lo tengo desde 1972. Siempre había querido contar el ascenso y caída de
una familia limeña. Una burguesía que no se sabe mirar al espejo”.
Y una burguesía que no deja de tirarle puyas, a las que Bryce Echenique ya
no hace caso. ¿Y a las de quienes lo critican por el premio FIL, que les dice?
“¡Que se jodan!”, repite.
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