jueves, 22 de mayo de 2014

Humanismo vs Globalización


Barcelona. (EFE/Júlia Talarn).-
El escritor John Ralston Saul, considerado uno de los principales pensadores a nivel mundial, analiza en su último ensayo, El colapso de la globalización, las causas responsables del colapso económico de Occidente, del que propone escapar con "un regreso al humanismo".
Encabezado por la chocante cita de "Todavía no puedo entender cómo ocurrió esto" pronunciada por el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan, ante la envergadura del colapso económico, el ensayo del canadiense rememora los aspectos que dieron lugar a una economía desregulada.
Mediante una estructura cronológica, John Ralson, que desde 2009 preside la asociación de escritores PEN Club Internacional, expone las bases de este nuevo paradigma basado en las teorías económicas del libre comercio propugnadas por Adam Smith que sepultaron los valores éticos y humanistas.
A pesar de que durante años la globalización produjo beneficios, "ya hace tiempo que este acercamiento a la internacionalización ha fracasado", subraya Ralston en una entrevista con Efe en Barcelona.
"Se decía -explica el pensador- que con la globalización se podían resolver los problemas de todo el mundo, que desaparecerían las fronteras y que conllevaría un continuo crecimiento. Cuarenta años más tarde está ocurriendo todo lo contrario".
Según este doctor en filosofía, reconocido por la revista Time como uno de los "profetas" de nuestro tiempo, este "fracaso" nunca ha sido admitido por los empresarios, economistas, periodistas y políticos alentadores de esta teoría que, como los aristócratas del siglo XVIII, "son incapaces de reconocer sus propios fallos, por lo que han optado por culpabilizar a toda la población".
Para Ralston Saul, uno de los primeros en alertar del debacle de la globalización a mediados de los noventa, la solución a esta situación pasa por un regreso al humanismo y un alejamiento de la idea de que la sociedad se gobierna mediante la economía.
"Para evitar extremismos, tenemos que volver hacia la idea de que la ciudadanía es la base de la sociedad", remarca el profesor canadiense, quien expone la necesidad de "cambiar de dirección social" y desbancar a todos los cargos políticos, económicos y de negocios.
Asimismo, "las antiguas ideas de crecimiento basadas en la Inglaterra del siglo XVIII ya no son válidas" por lo que, a su parecer, se debe apostar por la creación de "nuevos partidos políticos jóvenes con nuevas ideas".
En este sentido, el ensayista no cree que la actual crisis tenga que ver únicamente con un derrumbe del sistema financiero, pues se trata de "un virus" inoculado en muchas arterias de la sociedad.
Entre muchos de los síntomas de la enfermedad, destaca la creencia, entre los líderes actuales, de que "la inflación económica invisible es más real que la cultura", algo que, según el humanista "dice mucho de quiénes son y hasta qué punto el suyo es un problema de imaginación".
Por ello, si no se revierte la situación, "las cosas saldrán de control" alerta Ralston que, contundentemente, tacha la actuación de la administración europea ante el colapso de "irresponsabilidad criminal", pues la imposición de la austeridad "no está solucionando nada y solo está causando un gran sufrimiento".
La cuestión de la solidaridad y la convivencia entre los pueblos es otra de las piedras angulares de la obra del pensador, que sugiere que el fracaso de la globalización abre las puertas a un "nacionalismo positivo" basado en la vuelta a los valores humanistas, a la ética y el bien común, que reside, principalmente, en la facultad de elegir y poder decir no.
En opinión del teórico, es este marco en el que se encuadraría el proceso catalán actual pues, según resalta "se trata de un ejemplo para el mundo que demuestra hasta qué punto la cultura es importante para la población".
Aunque no cree conveniente tomar ninguna posición sobre el proceso, Ralston Saul sí confiesa "estar emocionado con lo que está pasando" y señala que "el pueblo catalán tendría que trabajar por lo que cree".
"El colapso de la globalización y la reinvención del mundo", publicado por RBA, es el último título de la obra de John Ralston Saul, que ya ha publicado cinco novelas y once ensayos, siempre girando en torno a la cuestión de la libertad de expresión, la ética y el sentido común, y descansando sobre una narrativa amena y profunda que pone siempre al hombre en el centro de su discurso.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Mafalda cincuenta aniversario


El humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, "Quino", fue galardonado hoy con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por unos "lúcidos mensajes" transmitidos principalmente a través de Mafalda, su gran creación, que cumple 50 años.
"Al cumplirse el 50 aniversario del nacimiento de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento", afirmó el jurado en el acta de concesión del premio.
Mafalda, cuya primera historieta se publicó el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera Plana de Buenos Aires, es la "principal protagonista del trabajo creativo" de este dibujante, recordó el jurado.
Esa niña "inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible" dio fama internacional a Quino, cuya obra "conlleva un enorme valor educativo y ha sido traducida a numerosos idiomas, lo que revela su dimensión universal", destacó el director del Instituto Cervantes y presidente del jurado, Víctor García de la Concha, al anunciar este miércoles la concesión del premio.
Quino, de 82 años, era uno de los principales favoritos para ganar este galardón, al que se presentaron 22 candidaturas, entre ellas, el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky y el filósofo español Emilio Lledó, que también figuraban con buenas posibilidades.
Una heroína iracunda
Joaquín Lavado descubrió su vocación por el dibujo de la mano de su tío Joaquín Tejón y, aunque comenzó estudios de Bellas Artes en su ciudad natal de Mendoza, los abandonó en 1949 dispuesto a "dedicarse a las historietas y al humor".
En 1954 publicó su primera página, pero la fama le llegaría diez años después con la creación de Mafalda, que dibujó inicialmente para una campaña de publicidad que finalmente no se llevaría a cabo.
Las tiras de Mafalda, una fan de los Beatles y enemiga acérrima de la sopa, pasan a publicarse en 1965 en el diario El Mundo, momento en que comenzará su expansión, primero por Sudamérica y luego el resto del mundo, llegando a Europa en 1969 de la mano del escritor y semiólogo italiano Umberto Eco, que la califica de "heroína iracunda".
La fama y el interés de Mafalda ha trascendido incluso su "muerte", ya que sus libros sigue reimprimiéndose, ha tomado la forma de dibujos animados e incluso se ha adaptado a las nuevas tecnologías, pese a que Quino dejó de dibujarla en 1973.
Quino tomó esa decisión, según se afirma en su página web oficial, porque "ya no siente la necesidad de utilizar la estructura expresiva de las tiras en secuencia", aunque aceptó seguir dibujándola en ocasiones especiales para campañas de organismos como UNICEF.
Humor más ácido y negro
"Desde que dejó de dibujar a Mafalda, Quino se entregó a un humor más ácido y negro, destinado en mayor medida a un público adulto y que ha ido recopilando en su colección de libros de humor", afirmó la Fundación Príncipe de Asturias, que concede los premios, en un comunicado.
Entre estas obras figuran libros como "¿Quién anda ahí?", en el que reflexiona sobre los miedos actuales a través de dibujos publicados en medios, algunos inéditos y algunos de los pocos hechos en color.
El galardón se une a los muchos que ya tiene Quino el premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos o el Romics de Oro, máximo galardón que otorga el Festival de Cómic y Animación de Roma, entre otros.
El premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades es el tercer galardón de los ocho que se otorgan anualmente, tras la concesión al hispanista francés Joseph Pérez del de Ciencias Sociales y al arquitecto estadounidense Frank Gehry del de las Artes.
El pasado año, el premio de Comunicación y Humanidades fue para la fotógrafa norteamericana Annie Leibovitz.
Los premios Príncipe de Asturias se entregarán en otoño en una ceremonia, presidida por el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe, cuyo título da nombre a los galardones, en el teatro Campoamor de Oviedo (Asturias, norte).

viernes, 16 de mayo de 2014

Menganno


Publicado por Victoria Molnar

No es Fulano, ni Zutano, sino “Menganno” y parece salido de una película de Alex de lglesia, pero lejos de ser ficción o las bromas es un hombre de contextura robusta que se disfraza y sale a patrullar las calles de las localidades bonaerenses de Aldo Bonzi y Lanús para “prevenir” el delito y “proteger” a sus vecinos y se autodenomina como “superhéroe”. La semana pasada los medios de toda la Argentina lo tuvieron como protagonista de sus crónicas ya que repelió a tiros el robo de su auto cuando “sin disfraz” ingresaba al garaje de la casa de su novia. Tras denunciar el hecho quedó imputado ya que, según expuso C5N, la pericia policial determinó que los 14 disparos que impactaron en su automóvil y las paredes linderas provinieron de su potente Glock.40 y tenía vencido su permiso de portación de arma.
Ser un “superhèroe”. Con un slogan digno de Toy Story (“Tu superhéroe”) está claro que Menganno no pretende pasar desapercibido, viste de azul policial,  lleva un gran escudo que remite a la escarapela argentina y hasta tiene una máscara con luces de led azules que se suma a la llamativa sirena que activa en su motocicleta si durante sus andanzas la ocasión lo amerita. Empezó su derrotero de “superhéroe” a principios de 2010 luego de una seguidilla de asesinatos en ocasión de robo que “lo conmovieron hasta las lágrimas”. Desde entonces patrulla las calles; fue mejorando su disfraz y convirtió una moto en su “Mengannomóvil”;  abrió una fanpage de Facebook desde donde anuncia los robos que evita, da consejos de seguridad –como poner de guardianes a una pareja de teros en casas con fondo- y pide ayudar a la Policía en su tarea-; y fundó una escuela de superhéroes para niños que dicta en su “Menganno cueva”. Se fabricó a sí mismo en todo un producto  con merchandising y, solidario, comercializa sus muñequitos y pins para ayudar a niños necesitados o enfermos. Incluso le donó la venta de su primer Mengannomóvil (unos $10.000 uruguayos) a Jesús Nicolás Borjas un niño que sufre parálisis cerebral y necesita un trasplante de células madres.
A la vez que intentó ocultar celosamente su verdadera identidad ya se trilló todos los canales de la TV argentina empezando, claro está, por Crónica. Cual estrella de cine sólo persigue las loas, a aquellos que lo critican no les da nota y nunca se dio cita en el programa “Hechos y Protagonistas” de Anabella Ascar, porque, aclara, no quiere que se burlen de él o que junto a la “reina de lo bizarro” lo relacionen con el chiste. Padre de mediana edad y decidido en su elección la declaración de su alter ego determinó el fin de su matrimonio, aunque tiempo después el amor volvió a sonreírle y consiguió una pareja que parece no tener problema de lidiar con su doble vida y sus patrullajes nocturnos. Ante los últimos sucesos parte del periodismo dio a conocer su “verdadera identidad” y otros detalles de su “vida real”: se llama Oscar Natalio Lafosse, es un ex policía, su familia es propietaria de una importante empresa de seguridad porteña y hasta tiene deudas con el fisco bonaerense en concepto de patentes. TV y  Facebook mediantes y siempre enmascarado, Menganno realizó su descargo y tildó la información de “mala leche”, lloró ante las cámaras pidiendo que no haya represalias hacia su persona y aseguró que defendía a su novia y que los presuntos ladrones también le dispararon.
Detrás de la máscara. Pero no hace falta desenmascararlo ni dar a conocer su nombre para que cada quien pueda sacar su propias conclusiones sobre la personalidad (o las personalidades) de Menganno, en la autodescripción que colocó en su sitio web (www.menganno.com.ar) –que, suspicacias al margen, al escribir esta nota aparecía suspendida-, afirma ser empresario y un romántico a nivel musical -le gustan U2, Andrea Bocelli y Eros Ramazzotti-, que pesa 100 kilos y mide 1,84 metros, sabe aikido y boxeo y tiene como “hobbie” coleccionar armas. Y en una especie de declaración continuaba: “Soy de carne y hueso, tan real como la vida misma, y recorro las calles de mi ciudad de día y de noche porque la ciudad se ha vuelto cada vez más loca y necesita de alguien más que la proteja. / Soy un ciudadano común que trato de hacer prevalecer el bien…/ También quiero demostrar cómo la policía necesita la colaboración del ciudadano, en cuanto a dar aviso de ciertas situaciones./ Tenemos que ser los ojos y los oídos adicionales de la policía. / Mi traje simboliza que no todos dejamos que los delincuentes se adueñaran de nuestra tranquilidad. / Mi jornada laboral incluye patrullar las calles, notificar de delitos a la policía, promover la conciencia medioambiental, ayudar a los necesitados. Mi nombre es ‘MENGANNO”; y enumeraba sus “poderes”: “1. Capacidad de llamar la atención; 2. Poder de inspiración de quienes tienen la obligación pero no la motivación; 3. Capacidad de ayudar al prójimo”; y agrega: “O muero siendo un héroe o vivo toda mi vida siendo cómplice de los delincuentes por mi silencio./ No podré toda mi vida hacer esto, pero espero que alguien me releve y que ese alguien sea quienes tienen que serlo (sic)… héroes con rostro”.
Fenómeno social. No es el único de su especie, estos “superhéroes reales” están presentes en todo el mundo. Por ejemplo, inspirados por los comics y series de TV, en los Estados Unidos existe una pequeña comunidad de excéntricos y anónimos “vengadores enmascarados” que combaten el crimen y suscitan la atención y críticas de sus vecinos debido a que en ocasiones han terminado presos por extralimitar el uso de sus poderes. Sus fans, le agregaron a Menganno el rango de “Capitán”. Si bien las casi 40 mil adhesiones que posee en Facebook (que se duplicaron tras la mediatizada balacera) no significan que todos los que allí lo siguen ven con buenos ojos su actividad -algunos sólo buscaran divertirse y otros lo detestan abiertamente y se lo dicen-, pero ante su última y triste peripecia su muro se pobló  de mensajes de apoyo que también colmaron los comentarios de las notas que sobre él se publicaron en la web: “Se merece la re difusion mengano por transmitir tan buenos valores que parecian perdidos en esta sociedad! (sic)”; “A muerte con mengano, loko (sic)” o “Vamos todos los que lo apoyan (…) donen unos centavos así ayudan al capitán a pagar sus deudas....el apoyo moral es bueno y lindo, pero también hay que apoyar de manera mas palpable (sic)”, postean.
Debate vigente sobre los hechos delictivos y las políticas de seguridad que se deben tomar, sobre si hay “inseguridad” o se trata de una “sensación”; con vinculaciones a redes de delito -como el narcotráfico y de trata de personas- y casos de gatillo fácil y de golpizas, muertes y desapariciones de menores pobres en comisarías, la Policía de la Provincia de Buenos Aires (conocida como “la Bonaerense”) tiene reputación de “corrupción enquistada” por lo que expiar sus culpas y mejorar su imagen es el complejo deseo por el que los diferentes gobiernos de turno a los que toca su administración dicen esforzarse. En ese contexto el aplauso virtual y minutos de fama otorgados a un sujeto encapuchado y armado habla de un fenómeno digno de la investigación social académica más seria y dirigida a la acción de que lo que puede abarcar y pretender una simple nota. Porque es fácil pasar de la risa a la mueca de espanto y en el caso de Menganno el justificativo de “servicio a la comunidad” se diluye en un afán de llamar la atención y buscar legitimación que lo coloca al borde de la ilegalidad y de la apología del delito -en tanto con dichos y actos arenga a los ciudadanos a impartir justicia por mano propia- y hasta le jugó en contra. Tras el intento de asalto dejó de patrullar, está deprimido y recibe atención psiquiátrica. "El psiquiatra me medicó porque no puedo dormir. Tengo miedo de que nos vengan a matar, es terrible pensar que pueden volver, porque ahora saben a quién le quisieron robar", dijo al diario MUY y agregó sobre su ausencia: "Menganno todavía está recuperándose de las heridas que tiene en su alma".
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viernes, 9 de mayo de 2014

Rius en pedacitos.


Publicado por Ericka Montaño Garfias. 

Ya la política me cae re-gorda”, dice Eduardo del Río, Rius, quien se encuentra en Oaxaca, donde ayer presentó su nuevo libro Rius en pedacitos: una antología personal de dibujos con el que descansó haciendo adobes de la rutina y del trabajo de caricaturista con el que se le conoce, y reconoce, en el mundo.
Este 2014 Rius festeja doble aniversario: sus 80 años y seis décadas de caricaturista, y en unos meses saldrá un nuevo libro, Mis confusiones, que son sus memorias. Y no para de trabajar, porque, en primera, no puedo y en segunda no me jubila nadie como pasa con muchos de nosotros periodistas o escritores: no nos jubila nadie. Tenemos que seguir trabajando, a veces por gusto y otras por necesidad.
Aunque en su caso gana el gusto. Ya no tengo necesidad económica de hacerlo, pero no sé descansar. Tengo que seguir haciendo cosas para estar satisfecho.
Habla primero de Rius en pedacitos..., publicado por Almadía, libro que es más personal. No tiene ningún tema a desarrollar. Más bien son un montón de temas, cien temas diferentes, dice en entrevista vía telefónica horas antes de la presentación y de la inauguración de la exposición en la que se mostrarán los dibujos, o dibujitos como él los llama, en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago), fundado por Francisco Toledo.
Humoradas contra la rutina
En la introducción del libro Rius en pedacitos..., el caricaturista expresa: Son humoradas, hechas con ganas de hacer algo diferente de lo usual y rutinario en que se acaba cayendo en esta innoble profesión, por muchos tan temida y por otros tan querida.
Esa rutina, dice ya en la charla con La Jornada, es el gran enemigo de los caricaturistas, y creo que de todo mundo, pero sobre todo de los caricaturistas, pues se supone que somos creativos. Es encontrar una formulita y ya volver a repetirla hasta que ya caes en el aburrimiento completo. Siempre he tratado de estar renovando mi estilo, para no caer en ese aburrimiento. Aún así, la vida es una rutina constante, y he tratado siempre de escapar de eso, de estar haciendo cosas pretendidamente nuevas. Este libro en parte es esto, son como experimentos, como juguetitos así como en la música juguetes musicales, caprichos. Hay de todo.
¿Fue para emocionarse de nuevo con el dibujo? Su risa suena al otro lado del teléfono, y responde: En parte sí, es como una especie de ejercicio antiestrés, si consideramos el estrés como una forma de aburrimiento. Dibujé para matar el tiempo. A veces me pongo a hacer dibujitos mientras llega la idea grande. Me inspiró mucho lo que hace Magallanes, cuyos libros son también así: vaciladas, puntadas, humoradas y se me ocurrió que podría hacer lo mismo pero no tan bonito.
Son 60 años dedicados a la caricatura, con una obra reunida en siete tomos en Todo Rius. Al principio, reconoce, me costaba mucho hacer el humor que quería; a lo mejor no tenía bien claro qué es lo que quería, poco a poco se fue dando. Lo que me gusta de ver mi trabajo es que siempre está el común denominador que es el humor. Siempre he buscado por encima de todo el humor, más que el ataque personal.
Quizá, añade, la intención de su trabajo sí haya sido un poco como la de los maestros: “Tratar de que los lectores, los alumnos, aprendan lo que trato de hacerles ver. No con el afán de comportarme como un maestro, sino que siento que es parte de nuestra obligación como periodistas, escritores o humoristas: enseñarles algo, dejarles algo de enseñanza a los lectores.
Mi compromiso siempre ha sido el mismo: tratar de señalar lo que está mal hecho, así en esas pocas palabras se puede resumir nuestro trabajo. Somos una especie de dedo flamígero que señala los errores, con muy pocos resultados porque a los políticos ya les vale gorro que los critiquen, han llegado a un grado de cinismo ya increíble. Mi trabajo ha estado dedicado a crear consciencia en la gente, a politizar más que a atacar a los políticos.
Aun cuando los cien dibujos que se incluyen en Rius en pedacitos se alejan de esas caricaturas más políticas, no dejan al lector impávido. Hay algo ahí que mueve a la sonrisa y a la reflexión. La selección, explica el creador de Los Supermachos, fue totalmente anárquica.
“De repente me di cuenta que tenía muchos dibujitos hechos en las libretas de apuntes y no tenía dónde publicarlos, porque ese tipo de humor no hay revistas que lo publiquen en México. Casi todos te piden humor político y a estas alturas ya me cae re- gorda la política. Se me ocurrió hacer más, juntar cosas que fueran poco conocidas para completar cien, que fuera ya atractivo como libro y además le gustara al editor, pues es el que decide. Salió así, como queriendo completar a fuerzas cien y echando mano de aquí, de allá, haciendo cosas nuevas. Es un libro muy anárquico, muy locochón”.
Rius carga libretas pequeñas, en las que generalmente anota ideas, y no son tanto para dibujar. De las ideas nace el dibujo, pero en el caso de Pedacitos los dibujos sugieren ideas. Hay ocasiones en las que empiezo a hacer el dibujo y no sé en qué voy a acabar, de qué va a ser. Es muy a lo Einstein: muy relativo.
El cartón político es efímero
Hace varios años que Eduardo del Río, Rius (Zamora, Michoacàn, 1934) se retiró del cartón político, aunque “de vez en cuando hago algo para El Chamuco, pero ya no me satisface el cartón político. Prefiero mejor dedicarme al libro, porque éste queda en las bibliotecas, en las casas, el cartón político se muere el mismo día que aparece. Si están en un libro duran más, pero por lo general el cartón, aunque sea semanal o quincenal, tiene muy poca vida, el mismo día termina su efecto, y es raro encontrar personas que lo coleccionen, entonces adquiere otra vez presencia casi casi permanente cuando forma parte de un libro, cuando entra en las antologías”.
Ahora no prepara ningún nuevo volumen, pues recientemente entregó a la editorial Grijalbo su libro de memorias Mis confusiones, que se publicará en junio o julio próximos. Ahí, dice, “vamos a encontrar puras tonterías. Una serie de anécdotas y recuerdos de la gente que he trabajado, con la que he convivido, un montón de cosas. Se titula Mis confusiones, parodiando las memorias de San Agustín que se llamaban Mis confesiones, y se llama así porque a esta edad las cosas ya se confunden mucho”.
–¿Todavía lo emociona la caricatura?
–Ya no mucho, cuando haces 5 mil operaciones del apéndice hacer otra ya para qué, ya salen solitas. Me llega a dar gusto enterarme de nuevos caricaturistas que realizan cosas novedosas con muy buenos resultados. Eso es lo que me da más emoción, más que esta producción sigue nutriéndose de gente con talento, eso da mucho gusto.
“Definitivamente hay más libertad para ser monero. Se pueden decir más cosas de las que nosotros tratábamos de decir, porque han cambiado mucho las condiciones en los periódicos, en algunos al menos; hay periodistas que se han apoderado de los periódicos, antes sólo había periódicos que eran propiedad de los dueños que no permitían de repente decir algunas cosas, pero siempre controlaban lo que se decía en su periódico. Ahora con La Jornada y otros medios vemos que hay más posibilidades, afortunadamente”.

jueves, 8 de mayo de 2014

Imprescindibles: El Capital en el siglo XXI de Thomas Piketty

Publicado por Antonio Quero

¿Han sido los últimos treinta años una pesadilla neoliberal de la que la crisis nos ha despertado y, en cuanto la socialdemocracia recupere la iniciativa política, volveremos a la época dorada de crecimiento y reducción de las desigualdades del Estado social de mediados del siglo XX? Thomas Piketty responde negativamente. No es pesimismo o una conjetura sobre la impotencia de la socialdemocracia, es el resultado de un análisis pormenorizado sobre la evolución de la riqueza y las desigualdades en los principales países desarrollados en los últimos doscientos años.
'Capital', un ensayo de Thomas Piketty sobre el ídem Los hechos son inapelables: el rendimiento del capital (r) ha sido sorprendentemente estable históricamente, en torno al 5 %, mientras que la tasa de crecimiento (g) ha oscilado entre el 1 y el 1,5 %. El crecimiento entre el 3 y el 5 % de las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial es una excepción. En estas condiciones, donde r>g, los patrimonios tienden a acumularse a un ritmo mayor del efecto redistributivo del crecimiento por el aumento de la producción y los salarios, generándose desigualdades crecientes que, en los últimos años, han superado el pico de desigualdad que se produjo justo antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el stock de capital equivalía a entre seis y ocho años de la renta nacional total. Hicieron falta dos guerras mundiales y “el suicidio de los rentistas” entre las dos guerras (es decir, vivieron por encima de sus posibilidades en el sentido de que el gasto anual que les generaba su ritmo de vida era mayor que la renta que percibían de su patrimonio) para redistribuir las cartas y empezar casi de cero.
Tras la Segunda Guerra Mundial, precedida por la Gran Depresión y las políticas redistributivas que inspiró, el fuerte crecimiento de las economías en reconstrucción y expansión y la agresiva fiscalidad progresiva, con tipos marginales superiores de alrededor del 60-70 % en Europa y del 80-90 % en Estados Unidos, así como el acceso generalizado a la educación y los seguros por enfermedad, desempleo o vejez, aseguraron el acceso de las masas trabajadoras a un pequeño patrimonio, convirtiéndolas en clases medias. Si en 1913 un 10 % de la población acumulaba la práctica totalidad de la riqueza nacional, en la actualidad ese 10 % sigue poseyendo la mayor parte, pero ahora hay un 40 % que disfruta de un pequeño patrimonio, mientras que el 50 % restante cobra un sueldo o una prestación pero no acumula patrimonio y no deja casi nada a sus herederos. Esa emergencia de una “clase media patrimonial” es para Piketty la mayor transformación estructural del reparto de la riqueza en los países desarrollados. Con la ralentización del crecimiento y las rebajas fiscales de la revolución conservadora de los años 1980, la clase alta patrimonial vuelve a emerger: el patrimonio del 10 % más rico crece exponencialmente mientras que el del 1 % más rico lo hace estratosféricamente.
La perspectiva para el siglo XXI, una vez que las economías emergentes hayan alcanzado la madurez y la población mundial se estabilice, es una tasa de crecimiento del orden del 1 ó 1,5 %, mientras que el rendimiento del capital seguirá en torno al 5 %. La implicación evidente es que el reparto de la riqueza acentuaría su senda divergente hasta alcanzar cotas social y democráticamente inaceptables.
Esta radiografía completa del capitalismo patrimonial se encuentra en el imponente último libro de ThomasPiketty, Le capital au XXIe siècle. Sin haber sido todavía traducido a ningún otro idioma, esta obra de Piketty de casi mil páginas se haconvertido inmediatamente en una referencia de las ciencias sociales [1]. Ya antes de su publicación, Thomas Piketty, un brillante economista francés de 41 años, era unreferente mundial en el estudio de las desigualdades de renta. Junto con Emmanuel Saez, de la Universidad de Berkeley, y Anthony Atkinson, de la Universidad de Oxford, han construido una base de datos monumental sobre las rentas altas, la WorldTop Incomes Database, en la que también ha colaborado el joven economista argentino Facundo Alvaredo.
El fuerte impacto del libro de Piketty se explica por varias razones. La primera es el carácter inédito y exhaustivo de un estudio del capital, tanto de las rentas como del patrimonio, en los países desarrollados en la mayor escala temporal que permiten los archivos, es decir, prácticamente, desde la Revolución Francesa que instauró en Francia un censo patrimonial, la Revolución Industrial en Reino Unido y la independencia en Estados Unidos. Sobre otros países, como Alemania, Japón, Canadá o Suecia, las estadísticas fiables disponibles empiezan a finales del siglo XIX. Todos estos datos se pueden consultar en un anexo técnico en internet que constituye una auténtica mina documental. La segunda razón son las conclusiones empíricas que se extraen de este estudio y que contradicen, como veremos a continuación, axiomas de la teoría económica hasta ahora inamovibles. La tercera son las nuevas leyes del capitalismo que se deducen del análisis de los datos. Por último, Piketty, que pertenece a la estirpe de los intelectuales franceses preocupados por el devenir político del mundo en el que viven, ofrece una perspectiva inquietante sobre la evolución previsible del capitalismo patrimonial en el siglo XXI y se moja proponiendo soluciones.
El primer axioma que se derrumba a la luz de los datos es el de los rendimientos decrecientes de Ricardo, que serviría a Marx, aplicándolo al capital, para predecir la crisis del capitalismo por la caída de los rendimientos del capital a medida que éste se acumula. Ciento treinta años después de la muerte de Marx, el capital acumulado ha superado cualquier previsión imaginable en la época del ideólogo del socialismo, pero su rendimiento sigue siendo sorprendentemente estable en torno al 5 %. El progreso tecnológico, el crecimiento de la población, el acceso a la educación y, recientemente, la globalización y la sofisticación de los mercados financieros, han permitido al capital encontrar constantemente nuevas oportunidades de fructificar. Piketty no demuestra teóricamente de dónde procede esta sorprendente estabilidad del rendimiento del capital, pero su lectura de lo que nos enseña la historia económica deja poco lugar para la duda.
Otro mito que se derrumba es la visión optimista de Kuznets de una reducción de las desigualdades amedida que el desarrollo económico y humano avanza. Kuznets basó su predicción en una serie temporal de datos relativamente corta, entre 1920 y 1950. El paso a la escala del muy largo plazo operado por Piketty demuestra precisamente lo contrario, puesto que la relación r>g se muestra constante en la historia, y que la excepción es el breve periodo entre 1950 y 1970. En este sentido, los datos también hacen tambalearse otro supuesto básico de la economía neoclásica, que implicaría una tendencia hacia la igualación entre las rentas del capital (r) y el crecimiento económico (g).
El análisis frío y objetivo de los datos, así como de las dinámicas en juego que los arrojan, ofrece una perspectiva para el siglo XXI poco alentadora, con una economía mundial instalada, desde hace treinta años, en una senda firme de acumulación cada vez mayor de riqueza en lo alto de la pirámide. La ley de hierro de r>g conduce a la victoria del rentismo sobre la meritocracia, en la que “el pasado devora al futuro”. El capitalismo patrimonial ya conoció una evolución similar en el siglo XIX que desembocó en 1913 en niveles de desigualdad sin precedentes. Nadie puede desear un nuevo conflicto mundial devastador para deshacer esa desigualdad, por lo que Piketty se adentra al final con valentía en el terreno de las propuestas para atenuar o corregir dicha evolución. La principal de ellas es la instauración de un impuesto mundial progresivo sobre el capital, tanto de los activos inmobiliarios como mobiliarios y neto de deudas.
Piketty no se hace ilusiones sobre la viabilidad política de su propuesta, aunque argumenta convincentemente sobre su viabilidad en el seno de la Unión Europea si existiera la suficiente voluntad política (Piketty no esconde su optimismo relativo acerca de la deliberación democrática en base a los datos y las conclusiones a las que nos llevará la acumulación de riqueza más allá de lo socialmente soportable). Pero la considera una “utopía útil” en el sentido de que obliga a cualquier otra solución a medirse con respecto al ideal teórico que constituye dicho impuesto mundial progresivo sobre el capital. También demuestra los beneficios que comportaría, más allá de la recaudación, la cooperación fiscal internacional necesaria para su implantación.
No hay espacio aquí para mencionar otras cuestiones apasionantes tratadas por Piketty con una claridad pedagógica al alcance de cualquier ciudadano formado, desde la distribución de la renta hasta la historia de los sistemas impositivos, pasando por la causalidad entre el desmantelamiento de los tipos marginales superiores “confiscatorios” y la explosión de los sueldos de los altos ejecutivos. Tampoco cabe una crítica más detallada del hecho de que el análisis y las tesis de Piketty reposen sobre el estudio pormenorizado de las estadísticas pero no sobre una investigación de las fuentes y fuerzas capitalistas de creación de riqueza. Aún así, Le capital au XXIesiècle constituye una obra mayor no sólo por el amplísimo objeto de estudioque abarca y los múltiples frutos que otros investigadores podrán recoger del espectacular compendio de datos y análisis, sino por la lucidez y humildad con la que Piketty reconoce la pertenencia de la economía a las ciencias sociales y su deber de contribuir, desde la honradez intelectual, a enriquecer el debate democrático en aras de descubrir las políticas que producirán los resultados más acordes con los objetivos morales y sociales de una comunidad.
(1) Puedes leer un resumen de la obra en inglés aquí

domingo, 4 de mayo de 2014

La cocina dominguera

Papa rellena de camarones

Papa rellena de camarones
Ingredientes
  • 32 colas de camarón limpias
  • 1 kg. papa blanca
  • 2 cdas. aceite de oliva
  • 2 dientes de ajo picados
  • 1 tz. cebolla picada
  • 1 cda. pimiento morrón rojo picado
  • 1 cda. salsa espesa de morrón amarillo
  • 1/2 tz. chicharos cocidos
  • 1 cda. epazote picado
  • 150 g queso fresco serrano de cabra
  • 8 aceitunas negras
  • 2 huevos sancochados
  • 2 tzs. aceite
  • sal y pimienta
Preparación
Pique los camarones en trozos grandes y reserve. Sancoche las papas, pele y prense aún calientes. Sazone con sal y pimienta, amase y deje enfriar. Caliente el aceite de oliva en una sartén y fría, a fuego medio, los ajos y la cebolla. Agregue los camarones y el pimiento, rehogue durante dos minutos y añada la salsa de morrón. Sazone, cocine durante un minuto más y agregue los chicharos y el epazote.
Mezcle, retire del fuego y añada el queso cortado en cubos pequeños. Forme bolas con la masa de papa, aplane y haga discos gruesos. Rellene con los camarones, aceitunas cortadas por la mitad y rodajas de huevo. Cierre cubriendo completamente el relleno y pase las papas por harina. Fríalas hasta que estén doradas. Reserve en papel absorbente y sirva con salsa criolla.

lunes, 28 de abril de 2014

Elenita y Don Quijote

Recuerdo aquel momento en que mi sobrina María del Carmen le aclaró a su mejor amiga "Bueno, a mi tio le permito que me diga Carmelita porque siempre me ha llamado así". En el entendido de la familiaridad, de la convivencia diaria y del cariño; de la misma manera, los que nacimos leyéndola, escuchándola y que cuenta con nuestra admiración y respeto, le llamamos y llamaremos Elenita.
                                                                                                                   Elan Aguilar


Nota de El País. España. Juan Diego Quesada-

A la escritora le sonó el teléfono a primera hora de la mañana y pensaba que se trataba de un editor de EL PAÍS con alguna queja sobre el texto que había enviado el día anterior acerca de la obra de Doris Lessing. Al otro lado de la línea estaba el presidente del galardón. Lo primero que le vino a la mente, como mujer que no se calla ante nada, fue la compleja situación social que vive su país. “Me da muchísimo gusto por México. Como ahora estamos bocabajeados, muy divididos. El país está sin fe en sí mismo y un premio así, sobre todo si lleva el nombre de Cervantes, levanta el ánimo”, dice.
La mexicana, autora de la célebre obra La noche de Tlatelolco (1971), pone su nombre al lado de otros ilustres compatriotas como Octavio Paz, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Sergio Pitol. Lo hace rodeada de su familia, los gatos, el perro, los libros y un cojín con la caricatura de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de izquierdas a las elecciones generales del año pasado que le ofreció formar parte de su gabinete en caso de que llegase a presidente. Eso no llegó a ocurrir pero ella tampoco hubiese dado el paso.
Llegados hasta este punto, tocaba el momento de reflexionar sobre el éxito.
-Es algo en lo que no hay que creer. Hay que creer en la vocación, el amor en lo que haces. Hay que amar el oficio. Me acuerdo que en la tele mexicana había un payaso mexicano que se llamaba Cepillín que todo el mundo lo veía mucho. Un día, pum, desapareció.
-Pero su éxito no es para nada efímero…
-El mío no porque yo estoy a punto de ser efímera. Yo ya tengo 81 años. El año que entra tengo 82. Ocho años para 90. Soy un pollito.
La memoria de la escritora se alimenta de las anécdotas que vivió al lado de algunos de los personajes más importantes que vivieron durante el siglo pasado en México: “Buñuel si se enterara diría: ‘ay, la muchacha de la leña se sacó un premio’. Hacía muchísimo frío en su casa y tenía una chimenea. Yo siempre le llevaba leña que compraba en la calle. Ya no venden leña en la calle”. En este rato la tranquila callecita empedrada con aire provinciano en la que vive se ha llenado de periodistas.
La también ensayista sufre por los reporteros que esperan en la puerta. “¡Ay, pobrecita!”, exclama cuando ve, por la ventana, a una con los brazos cruzados y nerviosa. Ella, al fin y al cabo, insiste en que es ante todo periodista. “Los que más contentos se pueden poner por este premio son los periodistas. Yo hago lo mismo que tú pero no tengo un aparato tan maravilloso (teléfono inteligente), tengo un aparato del año de la canica y hago entrevistas. A los periodistas se les trata feo, se les hace esperar. Pon todo eso”, sigue.
El último rey de Polonia se llamó Estanislao II Poniatowski. Hija de un príncipe polaco, se trata casi un pariente para ella. “¡Qué bueno que las aristócratas sí hagamos algo! Lo único que hacen ellos es rascarse la panza. Yo por los menos traté de rascarme el coco”. Lo que es seguro es que en todos estos años no dejó de preguntar. De respuestas ha llenado un relato que bien merecido se lleva un Cervantes.

Nota de El País. España- Juan Cruz

Sonríe siempre Elena Poniatowska. “Porque tengo hacia los demás una actitud de bienvenida”.

Aquí está, “con las perlas de mi mamá”, coronada con el premio mayor de las letras, el Cervantes, repartiendo el parabién de su presencia con la delicadeza de un pajarillo montaraz; detrás de esta presencia benévola hay una periodista cuyo coraje han conocido los mandamases mexicanos, desde aquel presidente Díaz Ordaz (a quien ella bautizó como “la araña”) investido por la historia como el criminal de Tlatelolco, la matanza de estudiantes ocurrida en 1968 en la plaza de ese nombre.
Con esa apariencia de dama noble de una monarquía (descendiente de un rey polaco, ella podría haber sido princesa), desafió a los sucesivos presidentes, se hizo uno de los voceros (con Saramago, con Monsiváis, con Vázquez Montalbán) del Subcomandante Marcos, visitó cárceles para animar a los presos y le ha preguntado a todo dios con una audaz insolencia. “Mi sonrisa los desarma, debe de ser”.
Esa sonrisa es un emblema que se eleva a su rostro cuando se le habla de su niñez en París, donde nació. “Hay gente a la que le ves sus ojos de niña durante mucho tiempo; a otros no se les ve, no puedes adivinar cómo fueron de niños… En mi caso es lo primero que se ve, y se ve mucho más porque toda la vida estoy sonriendo”.
–También tendrá momentos bajos.
–Claro. Porque este es un país difícil en el que ocurren muchas cosas terroríficas que te marcan, entristecen y te quitan el sueño.
Leo pocas novelas, porque ahí esta la realidad diciendo cosas horribles.
La sonrisa bajo un cielo oscuro. Matanzas, asesinatos, Tlatelolco, Colosio, Juárez, el narco. Esa es la novela triste de México. Devastación e injusticia en un país tan alegre. El cielo azul, la canción y su tristeza.
Lo ha contado en sus crónicas, como Carlos Monsiváis, su amado amigo ya fallecido, no se ha callado; sus mandobles son hachazos radicales. “Es la sombra de México. Yo vivo al lado de un parque que se llama La Bombilla y no sé la cantidad de indigentes que duermen ahí a pesar del frío y de la lluvia. Tienen un cartón, se envuelven en una cobija y duermen al pie del monumento a Obregón, el de la famosa revolución que a ellos no les hizo justicia”.
Eso ocurre también en Europa. “Sí, lo sé; hay pobreza bajo los puentes de París, y en el metro se ven cosas terribles, pero es la pobreza de lo que en Francia llaman la decadencia. Pero aquí es la pobreza de los que nunca tuvieron la más mínima oportunidad”. ¿Y qué pasa para que se vaya a la Luna o se crea esa atosigante retícula que es Internet y, sin embargo, no llegue el final del hambre?
Elena habla moviendo la cabeza, su pelo blanco, sus manos pecosas y sosegadas, sus ojos azules y su sonrisa subiendo y bajando de la cara. Compartió su vida con un astrónomo, Guillermo Haro, y a su memoria acude para tratar de entender este drama que distribuye más la necesidad que la riqueza. “No sé, tampoco quisiera caer en lo que dice la gente: ¡para qué tanto modernismo! Guillermo Haro fue un científico, un observador de estrellas, quizá él te hubiera explicado por qué avanza la ciencia y no se detiene la miseria… Yo viví diez años en Francia, y nunca me golpeó para nada la miseria. Era una niña privilegiada que vivía cerca del Sena, en una casa inmensa que ahora es la Embajada de Turquía. Viví en el privilegio, nunca vi nada que me espantara. Y en México, a cada momento ves cosas que te espantan. Y en América Latina pasa igual”.
Elena Poniatowska con Gabriel García Márquez, en una foto de su álbum personal.
Desde antes de Tlatelolco ella advierte de esas heridas. Su periodismo es de la calle; pregunta como una niña perdida, por necesidad y sin vergüenza. “Cuando eres periodista, caminas al aire y ves cosas que no percibes en la redacción. Bajo el maravilloso sol de México, que los pintores dicen que es la luminosidad absoluta, hay injusticias terribles y pobreza. Yo crecí viendo eso”.
Monsiváis le dijo que ya no leía novelas. Y ella lee pocas, “porque ahí está la realidad, diciendo cosas horribles. Por eso la crónica es la reina de México; ahí están el propio Monsiváis, Juan Villoro con su maravilloso libro sobre Yucatán, Fabricio Mejía Madrid, Jaime Avilés, José Joaquín Blanco… La crónica es el psicoanálisis de México. Yo escucho y escribo. He hecho millones de entrevistas, siempre he escrito sobre los demás. Siempre. Hasta mis novelas vienen de lo que he preguntado”.
Tlatelolco es el punto culminante de su asombro. En 1968, el mundo estaba harto, soliviantado, de París a México. “Aquí los estudiantes rechazaban la fachada innoble de los Juegos Olímpicos. En medio de la miseria, aquel gasto. Y el Gobierno de Ordaz ordenó disparar sobre la multitud inerme. La crueldad mexicana, de la que hablaron Carlos Fuentes y Octavio Paz, fue tremenda: tiros a quemarropa sobre una plaza encajonada de la que no se podía salir. Y en los hospitales se veía a los estudiantes con heridas en los glúteos, en la espalda, en las piernas. Les disparaban por la espalda”. No resulta extraño que hasta hoy perviva aquel adjetivo que la cronista Poniatowska le puso al responsable de la masacre: araña.
–¿Qué sensación permanece en usted de aquel momento?
–El miedo a que se repita. Y la inocencia y la ingenuidad ante una tragedia que no me podía creer.
Creo que tengo hacia los demás una actitud de bienvenida. me viene de hacer entrevistas.
Ella era una niña muy bien tratada por la vida, “desayunaba muy bien, comía cerezas en Francia, tenía una hermana muy guapa…, éramos gente superprotegida, y me salió esa rabia insuperable contra la injusticia”. La araña Díaz Ordaz fue enviado de embajador a la España de Franco, Octavio Paz y Carlos Fuentes renunciaron a sus despachos diplomáticos, y la Poniatowska (todo el mundo en México la llama La Poniatowska, e incluso le inventaron un juego de palabras a su nombre: “Poni-a-Tosca, pequeño caballo que va a la ópera”; ella se ríe) siguió contando la hedionda tela que tejió ese insecto sobre el cielo de Tlatelolco.
Sobre la artista Leonora Carrington escribió una novela por la que ganó el Premio Seix Barral (el Alfaguara lo obtuvo por otra obra que evoca a su marido astrónomo). Según Elena, Leonora “no tenía nombre para la felicidad, pero sí lo tuvo para la rebeldía, y se levantó contra la Iglesia, el Estado y la familia”. Y se preguntó Elena: “¿Fue feliz, somos felices?”.
–¿Cuál sería su propia respuesta?
–Somos felices un ratito. Mi mamá decía que la felicidad es un chorrito, se hace grandote un rato y se hace chiquito, como la canción: “Ahí en la fuente había un chorrito, se hacía grandón, se hacía chiquito”. Uno nunca es un rato enorme feliz, es a ratos feliz. Creo que la actitud normal es ver qué va a suceder hoy, qué me va a dar el día y qué le voy a dar al día.
A Carlos Fuentes (“lo cito porque lo extraño”, dice La Poni) le admiraba que Elena alternara su trabajo como periodista, novelista y activista con el cariño y el cuidado de sus hijos. Se quedó viuda muy pronto; los hijos “son mis maestros, de ellos aprendo. Mi hija Paula es una maravillosa crítica literaria. Le dediqué Paseo de la Reforma y le pregunté qué le pareció. Me dijo: “¡Chafa!”*, que entre nosotros significa “¡malísima!”. Los hijos me guían, date cuenta de que somos una carreta, en la que ellos van delante, son los caballos, galopan”.

–Son los ponis, pues.
–Son los ponis, porque además son chaparros. Mane, el mayor, es físico, se ocupa de los rayos láser, tiene dos doctorados. Paula te dice lo que te tiene que decir. Y Felipe, que ahora siempre me acompaña, es un enorme apoyo, aquí lo tienes: delante de él me da apuro decir todo lo que significa para mí.
En las manos de Felipe, unos documentales sobre su madre y una cámara con la que la retrata.
Los exiliados españoles son para Elena un importante capítulo. Y no solo los grandes (Max Aub, Luis Buñuel, Manuel Andújar…), sino aquellos españoles pobres “que se quedaron sin patria y aquí conocieron ese desamparo de la miseria”. Buñuel la acompañó una vez a visitar a su amigo Álvaro Mutis a la cárcel de Lecumberri, donde estaba preso el mexicano. “Luis empezó a repartir sus cigarros entre los presos. Le abrieron la celda de los homosexuales. Los carceleros obligaron a vestirse con sus uniformes de presidiarios a los que se vestían como mujeres; a uno que se negó le restregaron la cara con un ladrillo, se la ensangrentaron. A Buñuel le impresionó mucho. Un preso me regaló un hueso de los que ponían en el caldo. Había tallado en él una Virgen de Guadalupe… Luis estaba muy conmovido con todo aquello. Una vez me enseñó su ropero lleno de armas. Para mí era el hombre más bueno de la tierra”.
No es solo la sonrisa, claro; a veces La Poni es la rabia. ¿Cómo concilia en su personalidad ambas actitudes? “Se me hace difícil decirlo. Creo que tengo hacia los demás una actitud de bienvenida. Me viene de hacer entrevistas, de hacerme perdonar las preguntas de los que me recibían seguramente diciendo qué querrá esta chavita, esta tonta. De eso me viene sonreír. Y lo otro, pues lo otro va por dentro. Mi marido sí tenía mucha rabia dentro, mucho coraje. De ahí vino que se empeñara que México tuviera su propia ciencia, que no toda dependiera de los gringos. Luchaba como un león”.

sábado, 26 de abril de 2014

Paul Auster, la entrevista


La Nación. 26/04/2014 Feria del Libro en Buenos Aires, Argentina.
Un cigarrillo electrónico y cuatro lápices. Eso es lo que Paul Auster, 67 años, el pelo canoso y esa verde intensidad en la mirada, tiene en el bolsillo del pantalón. Lo primero es una treta: su forma de hacer convivir el placer personal con las normas antitabaco que se propagan a velocidad de la luz y que, según opina, suelen tener más que ver con lo moral que con las políticas sociales.
Lo segundo, en cambio, se liga directamente a lo que podría llamarse el mito fundacional del escritor. Sucede que Paul Auster tenía apenas ocho años cuando, fanático como era del béisbol -tema omnipresente de su obra-, se encontró cara a cara en el estadio con Willie Mays, de los New York Giants. El jugador accedió solícito al pedido de autógrafo, pero ni el pequeño Auster, ni su padre, ni su madre, ni esos adultos que lo rodeaban tenían un lápiz para que el gran Mays hiciera lo suyo. "Lo siento, nene, si no tienes lápiz, no puedo firmarte un autógrafo", fueron las palabras que, a la distancia, todavía retumban en sus oídos.
Después de esa noche y hasta el día de hoy, confiesa Paul Auster en El cuaderno rojo, siempre lleva un lápiz (o cuatro) con él. La deducción lógica es que el sólo hecho de tenerlo en el bolsillo abre la chance de usarlo... "Sí, la historia que escribí en ese libro es cierta. Después de ser humillado a los 8 años, siempre me aseguré de llevar algo para escribir conmigo", afirma ahora, en el campus de la Universidad Nacional de San Martín, mientras acomoda sus cosas en la mesita ratona.
Llegó a la Argentina hace apenas dos días, invitado por la Unsam a la Feria del Libro de Buenos Aires, donde mañana mantendrá un diálogo público con su colega y amigo sudafricano J. M. Coetzee, Premio Nobel de Literatura. Se lo ve cansado, pero activo. Incluso sonriente. Hasta desliza a LA NACION una primicia que no revela del todo, fiel a un espíritu que sabe cómo generar intriga: "Hace exactamente un año empecé a escribir una novela, estoy todavía trabajando en ella, está creciendo mucho. No se habla de las cosas que no están terminadas, sólo puedo adelantarles que va a ser la novela más gorda que haya escrito en mi vida. Imagino que tengo dos o tres años por delante con ella, a lo mejor más".
Será, también, su regreso triunfal a la ficción, luego de sus dos últimos libros (Diario de invierno e Informe del interior), centrados en el registro de la memoria. Él mismo los define como "hermanos": si en Diario de invierno reflexiona sobre el paso del tiempo, la fragilidad del cuerpo y la proximidad de la muerte, en Informe del interior pone el foco en la infancia y la primera juventud, recuperando sus años como estudiante en Columbia, su paso por París tras haberse alistado como marino mercante y esos primeros intentos de escritura que, de cara a la frustración por no poder con la narrativa, dejaron lugar al poeta y al traductor. En relación con esto, Auster recuerda: "Cuando era muy joven mi ambición era ser novelista. Escribí cientos y cientos de páginas de ficción, pero no me gustaban y nunca las publiqué. Deben ser unas 1000 páginas que escribí antes de tener 22 hasta que dije no, no puedo hacer esto, me voy a quedar con la poesía. Y por diez o veinte años eso fue lo que hice. Luego pasaron cosas muy complicadas para que las explique ahora y eso me hizo volver a la prosa, que es lo que hago desde entonces".
Cosas muy complicadas: la muerte del padre, por ejemplo. Y un bloqueo creativo que lo llevó a estar un año sin poder volcar una sola línea en las páginas. Pero fue justamente esa pérdida, esa angustia, el motor que dio forma a La invención de la soledad, un libro autobiográfico que recupera la figura paterna y en el cual Paul Auster asegura haber renacido como escritor de prosa. Lo que siguió entonces fue un raid productivo que lo convirtió en la figura que es hoy dentro del campo cultural: publicó muchísimas novelas (La trilogía de Nueva York, Leviatán, La música del azar, La noche del oráculo y Brooklyn Follies son algunas de las más conocidas), libros de no ficción autobiográfica y ensayos; también escribió para chicos (El cuento de Navidad de Auggie Wren, con dibujos de Isol) y trabajó como guionista y director de cine, desde Lulu On The Bridge, en 1998, hasta Smoke, junto a Wayne Wang. En 2006, además, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, lo cual disparó su popularidad en los países de habla hispana.
-¿Volvió a atravesar alguna vez un bloqueo creativo como el de aquel entonces?
-Ningún bloqueo tan grande, aunque sí tengo momentos de no saber qué estoy haciendo, empiezo libros y los dejo: dos veces empecé novelas y no las pude terminar. Una vez escribí 60 páginas y me detuve, otra vez 100. En ambos casos, no podía controlar la narrativa, crecía de manera horizontal y yo no podía empujarla hacia adelante.
-¿Les presta atención a las críticas de sus libros?
-No me importa lo que la gente dice, no pienso en eso. Cuando yo hablo de crítica, además, hablo de investigadores y trabajos serios. La calidad de los que hacen reseñas de libros es muy despareja, probablemente en todos los países, pero en los Estados Unidos específicamente no es muy buena, por eso es mejor no pensar en ella.
-¿Por qué eligió la segunda persona para la escritura de sus últimos libros?
-Usé esa persona en mis dos últimos libros por razones muy complejas. Primero, porque no estoy tan interesado en mí mismo, y por supuesto no estoy interesado en escribir una autobiografía tradicional, que usa la primera persona. Glorificar mi experiencia, enfatizarla de esa forma, no era lo que quería. La tercera era posible, como hice en la última parte de La invención de la soledad, pero era demasiado distante, entonces pensé que la segunda persona podía abrir un pequeño espacio entre "yo y yo", era como un diálogo íntimo. Tratándome a mí mismo como a un otro cercano podía implicar, a la vez, al lector. Lo que traté de hacer en estos dos libros no fue tanto contar mi propia historia, sino hablar de cosas específicas de mi vida, por las que pasa la mayoría de la gente. Mi esperanza era que el lector, teniendo esos libros, pudiera recordar su propia vida. Un mecanismo para desatar en él memorias y recuerdos.
-¿Se considera un escritor norteamericano?
-Sí, por supuesto: mi idioma es el inglés, mi país es Estados Unidos, estoy escribiendo desde mi lugar y mi tiempo.
-En este sentido, Brooklyn suele aparecer mucho en sus libros. ¿Qué cambios ha visto en ese lugar, en el que además vive, en los últimos años?
-Brooklyn solía ser una broma en los Estados Unidos. Siempre fue considerado un lugar pobre y estúpido para vivir. Estaba lleno de inmigrantes, leí en algún lugar que el 25 por ciento de todos los norteamericanos tenía un pariente que en algún momento había vivido en Brooklyn, ¡lo cual es un montón de gente! Declinó tremendamente tras la Segunda Guerra Mundial, pero después de los 50 y después de haber sido un lugar muy pobre, muy sucio y peligroso, se transformó. Hay muchas casas y edificios lindos allí, entonces, a mediados de los 60, un montón de jóvenes que no querían vivir en la ciudad, que no tenían plata para radicarse en Manhattan, empezaron a comprar viviendas en estos edificios a un precio irrisorio. Y de a poco, las casas se arreglaron y ahora Brooklyn está más lindo que nunca. ¡Está tan de moda que no quiero ni siquiera decir que soy de Brooklyn!
-No está en sus planes mudarse...
-No, mi madre nació y creció allí. Es una cuestión de familia, mis abuelos se mudaron a Brooklyn hace 100 años.
-¿Tiene disciplina a la hora de escribir?
-Es más bien una rutina, yo odio la palabra disciplina, me hace pensar en cosas que uno no quiere hacer, y yo sí quiero hacer lo que hago. Me levanto y tengo el día más aburrido que puedas imaginar: jugo de naranja, té, diarios y trabajo. Trabajo durante todo el día, me tomo un break en el medio, como un sándwich al mediodía y a las cuatro o cinco me detengo. ¡Entonces estoy tan cansado! Mi cerebro está frito, y mi cuerpo siente que corrió una maratón. Y después de ese día, hay veces en que sólo produzco una página, pero me saca todo lo que tengo adentro, quedo muy cansado de verdad. Hago la cena, miro una película a la noche con Siri [Siri Hustvedt, su mujer, también escritora], porque ella también trabaja muy duro durante el día. Así que llevo una vida monástica, realmente, una vida monástica con esposa [risas].
-En relación con la fragilidad del cuerpo, que tematiza en Diario de invierno, ¿es verdad que ya compró un nicho?
-¡Es verdad! ¿Cómo sabes? En Brooklyn hay un cementerio muy lindo que se llama Green-Wood. Es de 1838, muy grande, es dos tercios del tamaño del Central Park. Es extraordinaria la cantidad de gente que está enterrada ahí, 600.000 personas. Me interesó mucho ese cementerio, lo usé en mi novela Sunset Park: la gente corría cerca de ahí, entonces me pasé mucho tiempo dando vueltas por esa zona. Pensaba que ya no había más lugar, que no tomaban gente nueva, pero resultó que sí quedaban espacios. Me pareció que era un buen lugar para estar enterrado y entonces compré mi nicho. Ya que pasé la mayoría de mi vida en Brooklyn, me parece que me voy a quedar ahí.
-Tiene naturalizada su relación con la muerte, entonces...
-Bueno sí, es oficial ahora: ya tengo una casa para cuando eso suceda. [risas]
-Un tema recurrente en su narrativa son las casualidades, las historias que se hilvanan por obra del destino. ¿Se considera de alguna manera el "escritor del azar"?
-El azar es parte de la vida y probablemente muchos escritores abrazaron esto como uno de los hechos fundamentales de la existencia humana. Yo también escribo sobre eso, aunque no es mi único tema. Tenemos la habilidad de pensar, hacer planes, tener objetivos, y yo siempre estoy interesado en cómo intervienen las cosas inesperadas en nuestro camino y pueden hacer que se caiga nuestro universo. Pero hay que hacer algo con ese árbol que se nos cae en la cabeza para que no nos mate, puede ser que lo tengamos que rodear, y probablemente eso te meta en un bosque, y eso hará que nunca más estés en el lugar donde estabas antes de que se cayera el árbol. Accidentes: la vida está llena de accidentes. Todos sabemos eso.
-Usted siempre tiene opiniones muy claras respecto de la política. A grandes rasgos, ¿cómo ve la situación actual de los Estados Unidos?
-Es una pregunta enorme, pero trataré de ser lo más sintético que pueda: no estamos en un momento muy bueno, el país está muy dividido y los dos lados no pueden hablar entre sí. La elección de Obama en 2008 fue un momento increíblemente poderoso en los Estados Unidos pero desató, como se podía prever, un odio hacia él de parte de la oposición, que no tiene precedente, al menos en lo que yo he vivido. Los políticos han tratado de destruirlo. Ni siquiera reconocen la legitimidad de su presidencia y bloquean todo lo que él trata de hacer. Se está volviendo una lucha muy amarga. La consecuencia es que nosotros tenemos muchos problemas, hay tanta injusticia en los Estados Unidos: realmente se ha vuelto una sociedad muy injusta. Cada vez que hay que tomar una decisión acerca de cómo planificar el futuro se están tomando las decisiones incorrectas. Es muy deprimente. Mi único consuelo es que no es la primera vez que hemos estado así. La gente no se acuerda, pero hemos tenido una Guerra Civil, donde casi un millón de personas murieron. Aun así, yo creo que desde la Guerra Civil, esto es lo más brutal que nos ha pasado.
-¿Suelen consultarlo sobre estos temas?
-Lo que pasa en los Estados Unidos, y ésa es otra curiosidad acerca de este país tan grande y loco, es que es una sociedad que odia el arte y odia la literatura, y aun así produce grandes artistas y grandes literatos. En la mayoría de los países los escritores son respetados, y cuando necesitan una opinión acerca de los asuntos políticos, les preguntan a ellos qué opinan. Pero en los Estados Unidos, nuestra realeza son los actores de Hollywood, les preguntan a ellos qué piensan de la política. Yo diría que los escritores somos personas marginales, como sombras en los límites de la sociedad.

jueves, 30 de enero de 2014

Cortázar de la A a la Z


Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez y Alfredo Bryce Echenique dijeron al unísono hace años que ellos escribían para que les quisieran más. Julio Cortázar no lo dijo, pero lo consiguió. “Queremos tanto a Julio”, rezaba una campaña editorial que recuperó su obra en los noventa. Y la devoción por el autor de Rayuela, cuyo centenario se celebra este 2014, ha ido en aumento.
Acaso el monumento más concreto de ese amor por Julio es un libro que ahora llega a las librerías, Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico (Alfaguara), compilado por Aurora Bernárdez, viuda y albacea del escritor argentino nacido en Bruselas (1914) y muerto en París (1984), y Carles Álvarez, que con ella ha trabajado en estos años en la clasificación y publicación de cartas y otros testimonios literarios de Julio Cortázar. El diseño es de Sergio Kern, que interpretó, dice Carles Álvarez, el sentido del ritmo que tiene el libro, y una aspiración: “Que se pudiera leer en el metro”.
Para los devotos, una legión de cronopios, el libro es emocionante, y para los lectores en general, incluidos aquellos que no han leído a Cortázar, es una guía sentimental y literaria que tiene el valor de abrir todas las puertas a todos los libros, actitudes y pasiones del autor de Historias de cronopios y de famas. De la A a la Z, todas las entradas tienen la enjundia de sus propios textos, algunos de ellos inéditos (hay uno que divierte a los antólogos, en la Z, “Era zurda de una oreja”), además de testimonios (también inéditos, como una hermosa carta de Lezama Lima sobre la identidad de las novelas u otra misiva de su traductora al francés, Laure Guille Bataillon, escrita cuando Carol Dunlop y él hicieron su famoso viaje por la autopista). A Aurora y a Carles les emociona, entre otros testimonios del propio Cortázar, el poema que este escribió a la muerte de su abuela.
El material ha sido compilado por Aurora Bernárdez, su viuda
Además, este inclasificable libro incluye un álbum gráfico que cubre todas las facetas del escritor y del personaje; hay una muy emocionante fotografía en la que se le ve con su madre, en la actitud que luego se transparenta en sus emotivos intercambios; y hay páginas muy hermosas (texto y fotos) de su larga relación con Aurora Bernárdez, su mujer durante tantos años, y luego quien lo cuidó (hay un testimonio del propio Cortázar también sobre esa dedicación) en los tiempos más tremendos de la enfermedad de Julio. Finalmente ella ha sido, con una devoción indesmayable, la que ha sostenido el porvenir de su obra una vez muerto el autor. Carol Dunlop, el último amor de Cortázar, que hizo con él un viaje metafórico recogido en Los autonautas de la cosmopista (publicado en su día por su amigo Mario Muchnik), es otro eslabón sentimental cuidado con detalle en esta particular antología cortazariana.
Es también este libro singular (que prolonga “la enorme diversión de sus libros-almanaques”, como dice Carles Álvarez en la justificación de la obra) un homenaje explícito al sentido que tenía Julio Cortázar de la amistad; aparecen ahí, por tanto, sus amigos más conocidos (los del boom, por ejemplo, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa…, con fotos desconocidas y gloriosas), así como aquellos que en algunos momentos de sus vidas fueron cronopios inseparables, como Luis Tomasello, Julio Silva, los Jonquières…
Es uno de los títulos editados con motivo de su centenario, que se celebra este 2014
Cortázar fue un hombre de países (y de países heridos en algún momento, como Argentina, como Chile, como Nicaragua, o como Cuba), y ahí están sus testimonios de sus vivencias de trotamundos camusiano, un hombre extrañado pero también entrañado en todas partes). De países y de ciudades: Buenos Aires, París, Barcelona… Es tan minucioso el libro, tan lleno de broma, que incluye aún una entrada en el diccionario dedicada a la letra R, que no pronunciaban bien ni Julio ni Alejo Carpentier…
Dice el coautor de la antología: “¿Por qué un álbum biográfico? Porque no podíamos esperar más. La Internacional Cronopia reclamaba ya con demasiada insistencia una nueva aproximación al escritor y al hombre. Lo previsible era otra biografía, pero cómo olvidar lo que dijo en una entrevista en 1981: ‘No soy muy amigo de la biografía en detalle. Eso, que lo hagan los demás cuando yo haya muerto”.
Pues aquí está esta especie de Julio Modelo Para Armar que está hecho con indudable amor por dos destacados devotos para los devotos de Julio Cortázar.
Es natural que en las fotografías la gente ofrezca rostros de felicidad. Es notable que en este libro haya tantas caras que reflejen esa satisfacción de vivir. Y no es raro, pues lo que Julio Cortázar le regalaba a sus amigos (y a sus lectores) fue precisamente esa sensación de que la vida podía ser como “salir a jugar”. Y con ese criterio Aurora Bernárdez y Carles Álvarez entregan ahora este álbum para que los cronopios devotos quieran mucho más a Julio.
Nota completa: El Pais 29/01/2014
          Les dejamos con "VIAJES" en su propia voz.


sábado, 4 de enero de 2014

Diccionario jázaro de Milorad Pavic



¿Cómo describiríamos a este libro?, como novela, como diccionario, que es lo que pone en su título, lo cierto es que inclasificable, y al mismo tiempo una maravilla, que puede leerse como se quiera, empezando por el final, por el principio, los capítulos pares, los impares, incluso al comprar el libro puedes hacerlo comprado el ejemplar masculino o el ejemplar femenino, yo compre y leí el femenino, por lo tanto estamos ante un libro que no tiene la estructura común de otros libros. Pues así de original, que no de raro, es el libro de Milorad Pavic, el Diccionario jázaro, Novela léxico.
La estructura de la narración se divide en tres libros, El libro rojo o, fuentes cristianas sobre la cuestión jázara; el libro verde o, fuentes islámicas sobre la cuestión jázara y el libro amarillo o, fuentes judías sobre la cuestión jázara. Cada uno de ellos también tienen sus partes y como todo diccionario un correlativo A-Z.
El Diccionario jázaro es una novela con varias voces y que pone al lector frente al desafío de ir descubriendo sus numerosas pautas y claves y podemos recurrir a los apéndices para darnos cuentas de algunas de ellas, aunque en el libro hay muchas claves escondidas que el lector tendrá que descubrir, eso sí con mucha paciencia
Para leerlo es necesario la imaginación, ver las cosas desde varios puntos de vista, no solo del narrador sino también del lector, tener un mente abierta a todo lo que acontece y pensar que Pavic nos exige algo más que una simple y llana lectura de sus textos, nos exige un poco de esfuerzo.
Pavic, en esta novela léxico nos habla de Bizancio, de la religión y de la contraposición de otros religiones, sean judías, cristianas o islámicas, no habla de la historia del pueblo jázaro y de su conversión.
Cada entrada en este diccionario es una entrada a la leyenda, a la palabra escrita, de otra forma de ver las cosas, a las que son y a las que no son o pueden haber sido.
La historia es esta:” En 1689, sobre el escenario danubiano de la guerra serboturca, tres hombres se encuentran; Avram Brancovic, un comandante de la nobleza coleccionista de viejos escritos; el turco profesor de laúd Jusuf Masudi y el hebreo Samuel Cohen. Se han visto en sueños, se ha buscado desde hace tiempo y, en el momento en que se encuentran, los tres pierden la vida. Trescientos años después, en 1982, en Estambul se reúnen tres científicos: un egipcio, un yugoslavo y una hebrea polaca. Los tres, como hicieran antes sus predecesores, se ocupan de los jázaros, y juntos reúnen los fragmentos de un diccionario jázaro. En el instante que precede a la declaración última, dos de los científicos mueren.”
En fin, estamos ante una novela magistral, que leeremos y releeremos continuamente ya que en cada lectura nos iremos dando cuenta de muchas claves ocultas y entrelazadas en este gran juego literario surgido de las manos de un maestro como Milorad Pavic. Un placer con su lectura.
De:

 Diccionario jázaro, Novela léxico, de Milorad Pavic



viernes, 3 de enero de 2014

La importancia de Leer con los hijos

 

La Importancia que Tiene Leer a los Niños

¿Cada cuánto lees cuentos o historias a tus hijos?... ¿cada día?.... ¿una vez a la semana? … ¿una vez al mes?... ¿lo has hecho alguna vez? La lectura infantil es muy importante para el desarrollo de un niño. La lectura es de vital importancia ya que juega un papel clave en el desarrollo emocional, cognitivo y social del niño. De hecho, la lectura en voz alta de cuentos infantiles es una de las actividades más importantes que nosotros, como padres, abuelos o profesores, podemos hacer por nuestros niños.

Si ya lees con frecuencia a tu bebé o a tu niño, debes sentirte orgullosa como madre o como padre, ya que entiendes los beneficios que la lectura tendrá en su desarrollo intelectual y personal. Si aún no lees libros a tus hijos, deberás convencerte acerca de lo positivo que es la lectura y deberás empezar lo antes posible.

Lo más importante es que no pongas ni busques excusas ya que cualquiera de nosotros puede leer historias a nuestros hijos. No tenemos que ser expertos, científicos, o profesores; solo tenemos que querer vivir esta experiencia tan especial con nuestros hijos y tener la sensibilidad de disfrutar de un momento tan especial. Un acto tan simple como leerles historias, generará un vínculo importantísimo con nuestros pequeños que no deberemos desaprovechar.

Una buena forma de fomentar la lectura es que los niños tengan sus propios libros de lectura. Pero, el mayor regalo que podemos dar a nuestros hijos está en nosotros mismos – en nuestro tiempo, en nuestro entusiasmo, en nuestros pensamientos y en nuestros actos de amor y de cariño. A través de la lectura, podemos trasmitir a nuestros hijos estos sentimientos y hacerle sentir muy querido y especial.

Además, la lectura en voz alta tiene unos importantes beneficios para nuestros hijos, entre los que cabe destacar el hecho de que crea el hábito de la lectura, que mejora de la comunicación, la posibilidad de aprender y especialmente refuerza el vínculo que hay entre padres e hijos, incrementando la autoestima de los niños.

Si todavía no has empezado, hoy es un buen día para empezar. Coge un libro, llama a tu hija o a tu hijo pequeño, siéntale sobre tus rodillas y empiézale a leer un cuento en voz alta. No te arrepentirás. ¡Enhorabuena!