Soy
un fan veterano de Leonard Cohen. Veterano quiere decir que escuché su
primer disco a poco de publicarse (una tarde de invierno: se fundía
insólita y majestuosamente con la penumbra y la lluvia), que corrí a
comprar
El juego favorito y
Los hermosos vencidos
cuando aparecieron traducidas en Fundamentos, que estuve en su primer
concierto en España (aquel escalofrío cuando dijo “Mi guitarra ha vuelto
a casa”) y que le sigo con fervor desde entonces, pero leyendo
Soy tu hombre,
la biografía escrita por Sylvie Simmons y publicada en Lumen, he
descubierto que, por supuesto, había unas cuantas cosas (pongamos 550
cosas) que no sabía de su vida ni de su obra.
Recomiendo el libro.
Falta índice, lástima. De Sylvie Simmons había leído la biografía de
Gainsbourg, que publicó Reservoir Books hace cinco años, y me pareció un
libro corto y apresurado, como si hubiera tenido que entregarlo a la
carrera.
Soy tu hombre es todo lo contrario. 800 páginas,
multitud de entrevistas, y un estilo mucho más maduro. Más fluido, y sin
voluntad de lucirse, de ponerse por delante del biografiado, que suele
ser el pecado habitual. Y con algunos capítulos logradísimos, como el
20, "Desde esta rota colina", centrado en la búsqueda espiritual de LC.
Selecciono algunas de las cosas que he descubierto en este libro.
(por orden de aparición).
1) No sabía nada (o poco) acerca de la larga relación de LC con los
excesos.
Pensaba que bueno, que vale, que porros en su lejana juventud y alguna
copa de oporto ante la chimenea a partir de los cuarenta. Nanay. Enumero
sin la menor intención moralista. Alcohol (desde la adolescencia):
vino, whisky, mayormente
bourbon, y, ya en la madurez, Ng Ka
Pay, un licor dulce coreano con un setenta por ciento de alcohol, la
bebida favorita de Roshi, su amigo y maestro budista. Ácido: ingestas
crecientes desde 1964 hasta más o menos 1970. Hash y marihuana: lo
mismo, mayormente durante su estancia en Hydra (Grecia). Pastillas:
Maxiton (o dexanfetamina, el clásico
speed, vulgo anfeta)
combinado con Mandrax (sedante hipnótico). Durante un buen tiempo se
vendían (en Europa) sin receta, y LC le dió fuerte al cóctel (o en
alternancia) hasta finales de los 70. A partir de entonces entra en
escena la amplia gama de antidepresivos pre-Prozac: Demerol.
Desipramina. Inhibidores de la MAO. Zoloft. Wellbutrin. (A juzgar por su
trayectoria musical y vital, se diría que la factura presentada por
todo lo anterior ha sido sorprendentemente reducida ).
2)
Cumbre negra
de su época más colocada: el concierto de Hamburgo. Primera gira
europea. 4 de mayo de 1970, día de la matanza de la universidad de Kent,
Estados Unidos. Neil Young dedicó al hecho la canción
Ohio
(“Tin soldiers and Nixon coming/four dead in Ohio”), que cantaron los
CSN & Y, instantáneamente prohibida en todas las emisoras
americanas. LC, furioso y puesto hasta las cejas, ideó otra forma de
respuesta: salir al escenario entrechocando los talones y haciendo el
saludo nazi. Recordemos: en Hamburgo, Alemania. Acto seguido, y para
acabarlo de arreglar, se puso a bailar sobre una pierna, al estilo
judío, cantando una canción en
yiddish. Los de seguridad
atraparon a un tipo que blandía una pistola cuando estaba a punto de
llegar al escenario, pero el resto de la audiencia parecía dispuesta a
acciones semejantes, a juzgar por la mezcla de gritos e insultos.
LC
salió vivo de milagro, y varios músicos de la banda le amenazaron con
abandonarle si persistía en sus improvisados actos de agit-prop.
3)
Cumbre blanca:
tampoco sabía que durante esa gira hizo (para desesperación de su
manager) otra gira paralela en manicomios de Inglaterra, Estados Unidos,
y Montreal. Sesiones impresionantes, según Ron Cornelius, su director
musical, que habla de un LC mesmérico, cantando y hablando durante horas
con los internos. ¿No hay nada grabado o filmado de todo ese material?
4) Ignoraba también que
New Skin for the Old Ceremony (1974), para mí el equivalente del Segundo Advenimiento, fue un
clamoroso fracaso comercial en Estados Unidos. Como la mayoría de sus discos hasta
The Future (1992), por otro lado.
5) Para no hablar de su "
disco perdido":
Songs for Rebecca, grabado entre 1974 y 1975. En este caso, la culpa se la pueden repartir LC y Marty Machat, su representante de entonces.
Por esas fechas, LC y John Lissauer, productor y arreglista de
New Skin,
decidieron hacer un nuevo álbum. Lissauer se encargó esta vez de
componer algunos de los temas. Temas memorables: algunos de ellos (
I Came So Far For Beauty,
The Traitor,
The Smokey Life) irían a parar a
Recent Songs; los otros, a
Death of a Ladie's Man.
En primeras versiones, por supuesto. Grabaron las maquetas, se
estrecharon las manos, se sintieron felicísimos. Y entonces, cuenta
Lissauer, “Leonard desapareció. Ni él ni Marty contestaron a mis
llamadas. El disco se desvaneció, sin palabra de nadie”. También
desaparecieron los
masters. Al parecer, Marty Machat se llevó las cintas. Lissauer tardó años en averiguar lo que había sucedido.
Que
venía a ser lo siguiente: MM era también el representante de Phil
Spector. Cobraron ambos un anticipo enorme de la Warner (dos millones de
dólares), pero Spector no grabó nada. Los de la Warner le dijeron a MM:
“O Spector se presenta con un álbum o recuperamos nuestro dinero”.
Según Lissauer, MM dijo: “A la mierda con
Songs for Rebecca: pondré a Phil y Leonard a trabajar juntos”.
Y así es como nació
Death of a Ladie’s Man
(1977). Gigantesco disco, por otra parte, del que también LC salió vivo
de milagro: Spector tenía una afición desmedida a las declaraciones de
amor fraternal a punta de pistola. Tan desmedida que en 2009 fue acusado
de la muerte de la actriz Lana Clarkson y condenado a cadena perpetua.
Para más amplia información sobre la tormentosa grabación del álbum,
véase el capítulo 15 ("Leonard, te quiero").
6) Pasan diez años. En 1984, LC vuelve a llamar a Lissauer como si nada hubiera pasado, se reconcilian y graban
Various Positions. Y aquí viene otra cosa que yo ignoraba y de las que más me han pasmado:
la CBS dice que no. Repito, por si no ha quedado claro: Que no. Que se lo confite. Que no lo quiere ni para hacer peinetas. La respuesta
de
Walter Yentnikoff, el jefe del departamento de música de CBS, merece
ser citada textualmente: “Leonard, sabemos que es usted grande, pero no
sabemos si es bueno”. Señalemos, para quien no haya escuchado
Various Positions, que en el álbum había canciones tan enormes como
Hallelujah,
If It Be Your Will (su canción favorita) o
Dance Me To the End of Love.
Y se lo rechazan. Yentnikoff le dice luego que el mercado de LC era tan
pequeño “que no justificaba la maquinaria de distribución que habría
que emplear”, así que el disco se puso a la venta en todo el mundo menos
en Estados Unidos. Se publicó finalmente en enero del 86, en un pequeño
sello llamado Passport.
7) Y entonces tuvo lugar uno de esos
golpes de suerte
(o de justicia divina, como prefieran) que han menudeado en la carrera
de LC. Jennifer Warnes, corista de su banda (y segunda voz en diversos
cortes de
Various Positions), se emperró en sacar un álbum de canciones de LC. Capital simbólico: el éxito de sus dúos con Joe Cocker (
Up Where We Belong) y Bill Medley (
The Time of My Life). Clive Davis, su jefe en Arista Records, le dijo lo mismo que Yentnikoff a LC: que ni de verano.
Pero
Jennifer Warnes y su marido, Roscoe Beck, músico en la banda de LC
durante la gira del 79, se liaron la manta a la cabeza y grabaron el
álbum con Cypress Records, un sello independiente (en España lo
distribuyó RCA) y un elenco de lujo: más de cuarenta músicos, entre
ellos David Lindley, Sharon Robinson, Stevie Ray Vaughan, Bobby King y
Van Dyke Parks.
Famous Blue Raincoat: The Songs of Leonard Cohen
salió en 1987 y, en una enésima prueba del gran olfato de las
jerarquías del mundo discográfico, vendió tres cuartos de millón de
copias solo en Estados Unidos. Ahí es donde realmente arranca el
renacimiento de LC y su popularidad en Norteamérica.
(Y un recordatorio para mr. Yentnikoff: desde su aparición,
Hallelujah ha sido versioneada por más de trescientos intérpretes).
8)
Una gran idea.
Por esas mismas fechas, Iggy Pop está en su casa y le llama LC. “Hola,
Iggy. Tengo aquí el anuncio de contactos de una chica que pide un amante
que combine la dura energía de Iggy Pop con el elegante ingenio de LC.
¿Qué te parece si formamos un equipo?”. Dicho y hecho, se retratan
juntos en la cocina de LC y envían la
polaroid a la chica. Según ambos, no pasó nada. Que levante la mano quien lo crea.
9)
Un milagro (o casi).
En 1993, el hijo de LC, Adam, sufre un accidente de coche y entra en
coma. Los médicos dicen que podría ser irreversible. LC viaja a Toronto y
pasa cuatro meses a su lado, en el hospital, velándole. No hacía otra
cosa: se sentaba a su lado y leía la biblia para él, día tras día. Una
noche, cuando se dispone a salir, escucha de repente, a su espalda, la
voz de Adam: “Papá ¿me puedes leer un poco más?”.
10)
Un gran retorno (y una gran frase). O de cómo Jehovah escribe recto con renglones torcidos.
Esta es una historia sobradamente conocida (con algunos elementos nuevos), de modo que la resumiré. Tras la tormentosa gira de
The Future
y su separación de Rebecca de Mornay, LC decide abandonar el mundo de
la música y se retira durante cuatro años al monasterio budista de Mount
Baldy, en California. En 1996 es ordenado monje con el nombre de Jikan.
En enero del 99 sufre una violenta crisis de ansiedad con ataques de
pánico. Deja el monasterio y viaja a la India en busca de un nuevo
maestro. Se llama Ramesh S. Balsekar y tiene 81 años. Fue presidente de
un importante banco de la India, hasta que en 1970 lo dejó todo y se
hizo maestro de la escuela advaita de filosofía hindú. LC se instala en
Bombay y se convierte en su discípulo. Su primera estancia dura un año,
tras el que vuelve a Estados Unidos. Luego, cinco meses más, en 1999. A
su retorno constata que ha desaparecido la depresión que le acompañó
desde su adolescencia. Rebrota la pasión por componer, cantar y grabar, y
se suceden – cosa insólita en él – dos discos:
Ten New Songs (2001) y
Dear Heather (2004).
Y en estas, tiene lugar un repentino
twist of fate, que diría Dylan.
En
octubre del 2004 descubre que Kelly Lynch, su representante (y
ex-amante) le ha tangado a lo grande: es lo que tiene otorgar plenos
poderes notariales sobre tus fondos. Miss Lynch no solo había vendido a
Sony los derechos de 127 canciones de LC, sino que desde 1996 se había
embolsado la bonita suma de doce millones de dólares. Así, poco a poco,
como quien no quiere la cosa.
Ese es, no hace falta subrayarlo, el renglón torcido.
El
renglón derecho es que la tangancia obliga a LC, a sus 75 años, a
volver a esa carretera que se había jurado no pisar de nuevo.
Y
entonces pasa que la gira (que de hecho serán tres, una por año) le
permite constatar que le adoran en todas partes. Adorar es poco: le
veneran. O sea que va a recuperar el dinero perdido y el afecto de
varias generaciones, las “de antes” y las nuevas. Y la calma que parecía
a punto de esfumarse. No hay más que verle en escena: esa sonrisa que
brota de sus ojos e ilumina toda la cara, esa mano que lleva el sombrero
al corazón en señal de gratitud. Un hombre feliz, al fin reconciliado
consigo mismo.
¿Y la gran frase? Casi se me olvidaba.
En uno de
sus conciertos, dos muchachas suben al escenario para ofrecerle unas
flores. LC las contempla y dice: “Ah, quién tuviera dos años menos”.