sábado, 19 de enero de 2013

Los perros y los humanos.



(Agencia EFE)


Millán, quien se encuentra en Costa Rica para brindar este sábado su primer espectáculo en Latinoamérica, dijo en una entrevista con Efe que, más que encantador de perros, él es quien ha estado siempre encantado por ellos.
Pese a la fama que ha conseguido con su serie de televisión y sus libros, o al renombre de sus clientes, muchos de ellos estrellas de Hollywood, Millán tiene muy presente sus orígenes humildes en Sinaloa (México) y afirma que sigue soñando de la misma manera que hace 21 años, cuando cruzó ilegalmente la frontera hacia EEUU.
"Cuando uno es pobre no tiene nada que perder entonces soñar es todo lo que puedes hacer, y sueñas y sueñas, y cuando tienes una madre como la mía que te impulsa, no hay paredes", expresa con una amplia sonrisa en su rostro.
"Aprendí todo lo que sé de mi padre, pero la inspiración es de mi madre; cuando tenía 13 años le dije: ¿crees que yo pueda ser el mejor entrenador de perros del mundo? y ella, muy orgullosa, me dijo: 'tú puedes hacer lo que te de tu gana', aunque no sabía de qué se trataba un entrenador de perros", cuenta.
Siempre acompañado por su pitbull Junior, Millán defiende el rol de la familia en la formación de las personas y por supuesto de los perros.
Afirma que el 90% de los dueños tiene problemas con su perro porque desconocen cómo piensa y, sobre todo, no saben organizar sus prioridades.
"Las prioridades del humano son estudiar, ganar dinero y comprar casa, y para eso deja a la familia atrás, y el perro es parte de la familia", señala.
Para Millán, "el humano tiene que priorizar las necesidades del perro; el perro no sabe que tú tienes que ir a trabajar todos los días para hacer dinero para darle de comer".
Cuenta que cada día, antes de ir a trabajar, se levanta a las 5 de la madrugada para sacar a caminar a su manada y de esa forma "les bajo su energía para que ellos puedan esperar tranquilos el resto del día".
A los perros, insiste, "hay que retarlos física y psicológicamente, y después darles afecto. La gente les da afecto, afecto y afecto. Eso es energía que te están dando, hay que quitarla con ejercicio mental y físico".
Para Millán, los errores de los dueños son los mismos en todo el mundo y tienen los mismos efectos, animales ansiosos, agresivos, hiperactivos o temerosos.
"El perro simplemente tiene paredes, comida, agua y un montón de afecto, luego llega la gente y le da más cariño y lo excita mucho más cuando está que no puede quedarse en su propia piel. Esa es la realidad que existe en el mundo", reseñó.
Por esa razón asegura que tiene mucho trabajo por delante: "siento que apenas voy empezando, (Mark) Zuckerberg el fundador de Facebook y yo pensamos igual en eso, no siento que he aterrizado aún donde yo quiero, siento que voy para arriba, aún de camino; no me he realizado por completo y tengo la misma energía y fuerza de voluntad, la misma forma de soñar que cuando me crucé el borde. Llevo 21 años en Estados Unidos y no he cambiado".
Entre sus metas está presentar espectáculos, como el que dará en San José, por toda Latinoamérica, además de producir y conducir un nuevo programa llamado "El líder de la manada", en Holanda, Italia e Inglaterra, aunque también tiene planes en Japón.
Además, pretende abrir centros de psicología para perros en todo el mundo y seguir trabajando con un programa que lidera su fundación con la Universidad de Yale para impartir a los niños de preescolar "lo que yo aprendí a temprana edad".
Millán se describe como una persona tranquila, que sabe guardar silencio y que no da demasiada importancia al dinero. Que ama lo que hace y que por eso planea seguir rehabilitando perros y entrenando personas por mucho tiempo más



CNNMéxico

Uno de los problemas más comunes entre la gente que me pide ayuda, son por los perros agresivos. También es una de las razones para que los refugios definan a un animal como apto o no apto para ser adoptado.
Lo triste de esto es la gran cantidad de perros sacrificados por el simple hecho de ser percibidos como agresivos, cuando en realidad no lo son. Algunas razas, especialmente la pitbull, sufren el estigma de ser violentos solo por su apariencia y no por su comportamiento.
En su ambiente natural, no es muy común que los perros se ataquen unos a otros.  No lo necesitan, porque en la manada existe una jerarquía, los líderes van al frente, los menos dominantes en medio y los sumisos atrás.
Cuando un miembro del grupo muestra agresividad es porque otro está rompiendo con el equilibrio habitual de la manada y necesita ser corregido. Una vez que el perro se rinde, la agresividad termina.
Cuando los perros entran en nuestro mundo y en la 'manada' de los humanos, las personas frecuentemente tienden a olvidar que necesitan ser provistos de liderazgo como con sus compañeros caninos. Solo un pequeño número de perros nacen con esa naturaleza dominante, por lo que la ausencia de un líder es lo peor que le puede pasar a un animal sumiso. Pueden vivir confundidos, ansiosos o temerosos por la falta de una guía.
Nadie les dice lo que deben hacer, así que no tienen idea. Esto puede resultar en comportamientos inadecuados, como hacer destrozos, ladridos incesantes, sobreexcitación. Cuando el perro percibe que el humano, en su manada, es débil, ellos tratan de asumir el papel de líder. Cuando nos comportamos de manera voluble, el animal se convierte en agresivo con el fin de "corregir" eso que el humano hace y que altera el orden natural del grupo.
Sin embargo, esa manera de ser no es precisamente agresividad.
Un perro corrige a otro al asumir un rol dominante, brincando sobre él, con ladridos o mostrando sus dientes. Entre la manada canina esto significa: "deja de actuar de esa manera". Y usualmente termina rápido, sin resentimientos. De perro a humano, ese comportamiento, especialmente lo de sus dientes, es sinónimo de agresividad.
Cuando el humano piensa que el perro está en su contra, demuestra miedo. Para el animal, simplemente parece débil y siente la necesidad de incrementar la acción correctiva, al menos desde su punto de vista. Todo se convierte en un círculo en el que el perro corrige al humano, quien siente miedo, mientras que el perro necesita más correctivos, y así sucesivamente.
En mi programa, El líder de la manada, he encontrado muchos ejemplos de perros mal clasificados como agresivos. Jet, un perro labrador, era considerado agresivo y posesivo. No era nada de eso, simplemente tenía demasiada energía y falta de dirección. Fue exitosamente rehabilitado cuando encontré a la persona y líder con la energía indicada para establecer las reglas necesarias y los límites.
Brigadiere, un perro rescatado de raza mixta, era agresivo porque sentía miedo e inseguridad, pero no era tan agresivo como sus dueños pensaban. Decían que le gustaba morder, sin embargo, me di cuenta que su verdadero problema era que nadie entendía la manera de ayudarlo. Una vez que fue provisto de liderazgo y dirección, Brigadiere se tranquilizó y superó sus temores.
Me hace feliz saber que los perros rápidamente aprenden a confiar en sus dueños, porque les enseño a creer en ellos.
Los perros y los humanos tienen una larga historia juntos, posiblemente de más de 30,000 años. Los problemas de agresividad surgieron hace apenas 30 años, pero solo porque nosotros lo hemos querido así.
Hasta que asumamos nuestro papel de líder de la manada, establezcamos reglas y límites, podremos regresar el orden natural de las cosas, cuidar adecuadamente de nuestros perros y destacarlos como el verdadero mejor amigo del hombre.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a César Millán.

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