sábado, 21 de septiembre de 2013

Pablo Neruda

El terror de los idiotas son las ideas.  Elan Aguilar


Chile conmemora este lunes 40 años de la extraña muerte del Nobel de Literatura Pablo Neruda, con sus restos exhumados y un proceso judicial en marcha para averiguar si fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Neruda, quien además de poeta fue diplomático y senador por el Partido Comunista, murió en 1973, 12 días después del golpe de Estado que derrocó a su amigo, el presidente Salvador Allende.
El acta de defunción establece un agravamiento del cáncer de próstata que Neruda padecía como la causa de su muerte.
Pero en abril pasado, sus restos fueron exhumados para esclarecer si fue asesinado con una misteriosa inyección inoculada en la misma clínica en que fue asesinado años después el expresidente Eduardo Frei, como denuncia su exchofer, Manuel Araya. Al día siguiente de su muerte, Neruda debía emprender un viaje a México, donde pretendía exiliarse y movilizar a la oposición de Augusto Pinochet.
Según Araya, la tarde del 23 de septiembre de 1973, Neruda, quien hasta ese momento se encontraba lúcido y estable, les dijo a él y a su esposa Matilde Urrutia que un médico le había inoculado una inyección que había empeorado su estado.
El chofer fue enviado por otro médico a buscar un medicamento, y en el camino fue detenido, torturado y apresado. Casi seis horas después, el poeta falleció.

Pablo Neruda, de nacimiento Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904 – Santiago, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta chileno, considerado entre los mejores y más influyentes artistas de su siglo.

A propósito de tormentones y aguaceros, del placer de la vida, la locura de algunos hombres y de la primer resistencia del pobre: sobrevivir. El poema Agua Sexual de Pablo Neruda:

Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.

Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.

Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.

Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.

y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.



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